Qué se iba a imaginar el creador del jean que su invento cubriría tan democráticamente las pieles refinadas de aristócratas, como las curtidas epidermis de la plebe. Que se convertiría en la ropa preferida de quien vive en Madagascar o del que cree en los viajes en el tiempo, de la estrella del hard metal o del futuro premio Nobel de Literatura. Y esto se debe a que el jean reúne todas las propiedades que la han hecho imbatible al tiempo y a las clases sociales, inmune a las modas más estrafalarias y psicodélicas. A continuación, conozcamos una breve historia del jean, la pieza más flexible, anatómica y sensitiva que podamos imaginar.

¿Qué es el jean?

El jean es la prenda más representativa del mundo moderno y con el tiempo se ha convertido en la vestimenta más popular y básica de cualquier persona sin diferencias económicas como dijimos anteriormente. El jean tiene la capacidad camaleónica de mostrarse en una múltiple variedad de presentaciones, por eso podemos asegurar que es una de las prendas más adaptadas y mejor diseñadas del siglo XX. El jean es conocido también como pantalón vaquero, de mezclilla, tejano, pitusa y el anglicismo jean fue adaptado al español como bluyín.


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Historia del jean

Los jeans que actualmente usamos y disfrutamos fueron patentados en 1873 por el sastre Jacob Davis y el alemán Levi Strauss. Éste último trajo por primera vez a Estados Unidos los pantalones más resistentes y ordinarios que se fabricaban en Europa, los cuales eran elaborados en “denim”, un drill azul que soportaba los más duros ajetreos ya que estaban hechos con remaches de cobre.

Este refuerzo era necesario ya que durante el auge del oro las pesadas pepitas que cargaban en los bolsillos hacía que se rompiera la tela y que constantemente buscaran retazos para remendarlos y hacerlos más fuertes.

Los pantalones de Levi Strauss fascinaron a todos así que él junto con Jacob Davis montaron una próspera fábrica en California. Strauss y Davis confeccionaron al principio jeans en dos tipos de telas, lona color café y mezclilla azul, pero cuando crearon el modelo 501, conocido como “la madre de todos los jeans” en 1890, llegaron a la cúspide del éxito. Sin embargo, con el paso de los años otros fabricantes vieron esta mina de oro y empezaron a reproducir el modelo de pantalón.

Por eso vemos la presencia de OshKosh B’Gosh en 1895, Blue Bell, que más tarde se convertiría en la famosa marca Wrangler en 1904 y Lee Mercantile, en 1911 cuyos pantalones Lee Union-All durante la Primera Guerra Mundial fueron el emblema de patriotismo.


El jean para mujeres

La popularidad de los jeans alcanzó al gusto de las mujeres y en 1918 Levi Strauss fabricó el Levi’s Freedom-Alls incentivando el concepto temprano de libertad femenina. La publicidad de la época de esta marca mostraba a mujeres realizando ejercicios físicos o diversas actividades de la casa. Levi’s se posicionó en el mercado como una empresa progresista, concepto que reforzaría en la década de 1930 cuando creó el Lady Levi’s, pantalón que se caracterizaba por tener botones en el cierre y que se adaptaba a las formas femeninas.


El jean y la cultura popular

En la década de 1950 los pantalones de Jacob Davis y Levi Strauss se hicieron populares entre los adolescentes debido al auge del cine y del rock’n’roll. Ver en la pantalla grande a un bronceado Marlon Brando o a un rebelde sin causa como James Dean usando esta prenda fue la más explosiva publicidad que pudo lograr el jean, el cual a partir de entonces se transformó en el amuleto de conquista que todos los chicos ansiaban. Incluso los movimientos feministas tomaron los jeans azules para hacer que sus correligionarias las usen como herramienta de igualdad de género.

En la década de 1960 los jeans eran sinónimo de rebeldía por el movimiento contracultural que se estaba gestando en Estados Unidos. Los hippies y quienes se manifestaban contra la guerra usaban estos pantalones para demostrar su apoyo a la clase trabajadora. Ya a finales de esa década prodigiosa del rock, de los gritos de Janis Joplin y de las cuerdas eléctricas de un joven Santana, el jean se convirtió en un símbolo de antisistema. A principios de los años setenta los pantalones patas de elefante o acampanados, con diferentes lavados y telas más suaves marcaron un hito en la moda.

En los ochentas el diseñador de moda estadounidense Calvin Klein fue el primero en estampar su marca en la prenda. Desde ese momento, los jeans tuvieron nombre y apellido aristócrata y cierto estatus que muchos querían alcanzar. Ahora buscar estos “jeans de marca” se volvió una de las características de mayor consumo. Al mismo tiempo, aparecían múltiples modelos: pantalones más ajustados, tiros más cortos, shorts en denim, sin bolsillos, adornados con lentejuelas y bordados, en suma, para todos los gustos y colores.


El jean del milenio

En la década de los noventa, marcas como Versace, Dolce & Gabbana y Dior incluyeron al jean en sus colecciones de moda. Este impulso comercial hizo que el pantalón, que antes vestían a los obreros y hippies, ahora lo usaran hombres y mujeres acaudalados, que aparecían en portadas de Forbes o en la chismografía de la realeza británica o española. Sin embargo, en su contraparte, o, mejor dicho, en su esencia, el jean nunca dejó de ser. En los barrios más temidos de New York, el jean logró mantener su alma popular cuando la cultura hip hop influyó en la moda con los pantalones raperos.

La modernidad tecnológica de hoy ha hecho que evolucionen las telas, los diseños, las confecciones, dándole al jean una sensación más confortable, que por su flexibilidad y anatomía sigue siendo la preferida de nuestra piel.